Defendiendo mi no intelectualidad II

No dejes que ellos piensen por ti...

No dejes que ellos piensen por ti...

¿Quién es la intelectualidad? ¿En nombre de quién hablan y a sueldo de quién? ¿Tengo que creérmelo como dogma de fe? ¿Alguien está ahí para defenderme de ellos?

Desde Sócrates a Galileo, pasando por Einstein o por qué no, Ken Wilber, a todos ellos se les ha menospreciado, tratándolos cómo locos en el mejor de los casos, y en el peor, como le ocurrió a Galileo o Sócrates, se les invitó pasar a mejor vida…

Pero es lógico y natural, quién va a entenderlos, quién va a entender a un Buda, a un Jesús, a un Einstein. Un tonto sólo puede entender a otro tonto. Estas personas no estaban al alcance de cualquiera. Pero a veces hay que apartar la mente y escuchar con el corazón. Igual no entiendes nada, pero seguro que intuyes que estás ante alguien excepcional.

La intelectualidad forma parte del paradigma imperante, son muy buenos dentro de el, han acumulado mucha información. Venden muchos libros y salen en los medios. Pero son incapaces de ver e intuir nuevas oportunidades. Han creado un filtro que nos les deja avanzar. Y cualquier idea nueva les resulta un ataque a sus creencias y forma de vida.

El intelectual no tiene por qué ser inteligente, y el inteligente no tiene por qué ser intelectual; es un grave error que solemos cometer.

Es más, la mayoría de intelectuales no son inteligentes: Entre otras cosas porque no lo necesitan. Su conocimiento les basta. Repiten como loros, escriben libros, artículos o dan clases en universidades. Pero todo su conocimiento es prestado, no es suyo. No han necesitado usar la inteligencia para sobrevivir. Tienen una habilidad enorme para repetir pero si se les plantea una situación nueva, una situación que no viene en sus libros, están perdidos. Son mecánicos, previsibles, nada espontáneos.

Todo lo contrario del no intelectual, del que no ha podido llenar su mente con tanta información. Éste no puede buscar fuera, así que mira en su interior. Y de esta forma aumenta su inteligencia, sólo tiene esa opción. La inteligencia es la capacidad de responder a cada momento de la vida según ocurre, sin ningún programa establecido.

Me asustan esos intelectuales, y en este país hay muchos, que siguen teniendo el mismo discurso que hace veinte o treinta años. Ni siquiera yo soy el mismo que hace un año, ni siquiera una semana. Cada día que pasa vivimos nuevas experiencias, escuchamos cosas distintas o alguien nos enseña algo, que unos minutos antes desconocíamos. ¿Cómo es posible mantener el mismo discurso tantos años? Fácil. Se han vendido, han dado su vida, su independencia, su libertad, por un poco de seguridad. Por tener una columna los domingos o poder participar todas las noches en previsible y partidista tertulia radiofónica.

Si queremos mejorar habrá que ser valientes y aceptar que hay otra forma de hacer las cosas aunque choquen frontalmente con nuestra escala de valores, creencias y bolsillo. La idea de que el Sol se movía alrededor de la Tierra no se cuestionaba, sino que se consideraba más un hecho real que una teoría o una interpretación. De ahí el drama de Copérnico.

Por todo ello, y como precaución, dudemos de esos que se llaman intelectuales. Sobre todo de los que viven de la subvención y de lo políticamente correcto. Será bueno para todos y un desafío contra todos aquellos que quieran pensar por nosotros.

No puedes ser sincero si no eres valiente

No puedes ser amoroso si no eres valiente

No puedes confiar si no eres valiente

No puedes investigar la realidad si no eres valiente

Por tanto, la valentía va primero

y todo lo demás va después.

2 pensamientos en “Defendiendo mi no intelectualidad II

  1. Hola..
    llegué de blog en blog a éste, el cual me llamó mucho la atención desde el título hasta el presente artículo. mi opinión no sé si en definitiva va a la par con la discusión planteada aquí, pero me pareció bueno compartirla.
    un día leyendo un ensayo que hice en la universidad después de haber sido corregido y el profesor me escribió con lápiz rojo en la última página «dónde están las citas?» posteriormente le respondí al profesor que las ideas planteadas en el ensayo son mías, que no tomé las ideas de ningún libro, de ningun autor, sólamente proponiendo desde mi experiencia. Sin duda, el profesor no me creyó.
    Mi crítica va a que es imposible dar pié a nuevas ideas si existe esa regla de tener que basarse en ideas de un «maestro» que (por desgracia propia) pensó esa idea brillante y la publicó antes que tú, haciendo que uno no pueda pensar la misma idea sin que tengas que hacerle reverencia, porque la pensó primero. ¿acaso Platón tuvo que obligatoriamente «citar» a Sócrates cuando postuló sus ideas?
    Eso es todo.
    Saludos.

    • Hola Juancho,
      muy cierto lo que dices. Todo lo que hemos aprendido es un contínua cita. Cuando miramos hacia la Luna y pensamos; oh, qué bonita, ya estamos diciendo algo que otros lo pensaron antes. Si nos basáramos en citas poco podríamos decir que fuera nuevo. Lo importante es hacer nuestras esas ideas y pasarlas por nuestro propio filtro, entenderlas y saber explicarlas y defenderlas. Porque al final la suma de otras ideas, mezcladas y pasadas por tu propia experiencia serán tus ideas, única y exclusivamente tuyas. El problema de tu profesor es que sus ideas sí eran única y exclusivamente de otro.

      Gracias por el aporte.
      Un saludo.

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